La Hermandad de la Santa Vera+Cruz tiene su origen en el siglo XVI, por lo que es la más antigua de cuantas desfilan en la Semana Santa de Dos Hermanas. Su Fundación se produce en 1544 cuando se ordenan las primeras Reglas. Por aquel entonces, la Corporación tenía su sede en la Capilla de la Patrona Santa Ana. Sin embargo no sería hasta 1553, nueve años más tarde, cuando la Hermandad otorgue su primera escritura pública, allá por el 30 de noviembre.
Un año después, en 1554, son aprobadas las Reglas por el Provisor y Vicario General Don Cervantes de Gaete el día 19 de enero, además de comenzar a materializarse la idea de erigir una Ermita propia. La misma sería bendecida el 11 de noviembre de 1567 por Fray Hernando de Barrionuevo, Obispo de Santiago de Chile. Al año siguiente, muy probablemente, llegaría a la localidad la Imagen del Santo Cristo de la Vera+Cruz, de gran devoción entre los nazarenos.
El inicio del siglo XVII trajo consigo algunos contratiempos para la Hermandad. En 1602, según el concilio de Juan De Torres, la Ermita de San Sebastián queda en ruinas y motiva el regreso de la Cofradía a la de la Señora Santa Ana. No es hasta 20 años después, en 1622, cuando la Corporación vuelve a San Sebastián, ya reedificada.
En el periodo comprendido entre 1675 y 1686 la Hermandad aparece nombrada en numerosos documentos notariales como «Hermandad de San Sebastián» y «Hermandad del Dulce Nombre de Jesús y Sancta Vera+Cruz«, este último motivado por la existencia en aquellas fechas de un retablo dedicado al Dulce Nombre de Jesús.
El siglo XVII finaliza con la «reforma» del Santo Cristo de la Vera+Cruz, en 1692, siguiendo la disposición de Juan Gómez De Molina de 1679.
Un nuevo «exilio» se produce con la llegada del siglo XVIII. Debido al estado ruinoso de la Ermita, la Hermandad pasa a residir en la Parroquia de Santa María Magdalena desde 1702 y hasta 1718, cuando regresa a su Ermita, extramuros de la villa, el día de San Sebastián (20 de enero). Posteriormente, a raíz de la visita a Dos Hermanas de Fray Isidoro de Sevilla, toma impulso la devoción a la Divina Pastora de las Almas, que acabará recibiendo culto en San Sebastián entre 1743 y 1748 antes de mudarse a su propia Ermita.
A finales de esta centuria, en 1780, se afianza la devoción a la Virgen del Mayor Dolor, que terminará siendo Titular de la Hermandad. Hasta entonces, la advocación de nuestra Titular era, según consta en un testamento datado en el 21 de julio de 1555, de María De Mena, la de «Nuestra Señora de la Angustia».
Durante la Guerra de la Independencia (siglo XIX), la Cofradía no sufre el expolio de los franceses. Por aquellos años sabemos que seguía percibiendo varios censos, teniendo que sufragar dos memorias de misas: una por el alma de María Ibáñez y otra por la de Fabián Romero. La primera de ellas no se pudo pagar entre 1808 y 1814, mientras que la segunda sólo se cumplió en 1811, deduciéndose que la situación económica no era del todo óptima.
A partir de 1815 la Hermandad entra un periodo de franca decadencia debido, entre otras razones, a los procesos desamortizadores de los inicios del reinado de Isabel II. No sería hasta 1841 cuando un grupo de nazarenos, devotos de la Imagen del Señor, reorganiza la Corporación. Comenzaba así una nueva etapa para esta histórica Cofradía.
Algo muy curioso se dio en el periodo comprendido entre 1872 y 1876: para acabar con los enfrentamientos y desavenencias entre los dos grupos en que está dividida la Hermandad, encabezados por Jaime Carbonell y Juan Barbero, ambos se van turnando en el gobierno de la misma. En este espacio de tiempo es también cuando se restaura la Ermita de San Sebastián, durante los años 1873 y 1874, que muy poco después pasaría a ser la Capilla del vecino cementerio de San Sebastián (actual colegio de San Sebastián).
El siglo XX se inicia con dos importantes proyectos. Por un lado, se produjo la restauración del Señor de la Vera+Cruz a manos de Ángel Rodríguez Migaña, en 1909, y por otro, la reforma de la Capilla de San Sebastián entre 1911 y 1912. Además, en 1921 se produce la adquisición de la actual Virgen del Mayor Dolor, una Imagen anónima de exquisita factura y gran belleza, al tallista Juan Pérez Calvo en la casa de los artistas de la calle Feria de Sevilla.
En el año 1930, ante el deteriorado estado del Santo Cristo de la Vera+Cruz, Manuel González Migolla realiza una nueva Imagen del Señor. La talla no logra llegar al corazón de los devotos, por lo que su uso pasa a ser intermitente, realizando Estación de Penitencia únicamente los años que existía riesgo de lluvia inminente.
En el IV Centenario Fundacional, en 1944, S. A. R. Doña María Dolores de Borbón-Dos Sicilias y Orleans es nombrada Camarera de Honor de María Stma. del Mayor Dolor. Desde entonces, nuestra Hermandad ostenta el título de «Real» (14 de julio de 1944).
Con la llegada de la década de los 60, el escultor Manuel Pineda Calderón realiza otra nueva Imagen del Cristo de la Vera+Cruz en 1961, que sí lograría llegar a los hermanos y ser el justo sucesor del «Cristo Viejo» en la calle. Tres años más tarde, en 1964, la Cofradía adquiriría el título de «Sacramental» el día 31 de enero.
Por otra parte, el 23 de octubre de 1981 tendría lugar la fusión entre nuestra Hermandad con la Asunción a los Cielos. Hasta entonces, esta última contaba con una Asociación propia gestionada exclusivamente por mujeres. La Imagen es una hermosa obra anónima del siglo XIX que representa el momento de la Subida a los Cielos de la Virgen.
En el año 1989, tras someterse a votación en Cabildo, el profesor Francisco Arquillo restaura a fondo la histórica talla del Cristo de la Vera+Cruz, que volverá a procesionar a partir de 1990 hasta nuestros días. Cuatro años más tarde, en 1994, se celebraría el 450º Aniversario Fundacional que contó, entre otros actos, con un Besapiés Extraordinario del Señor en la Capilla de Santa Ana. En 1998 se bendice la Casa Hermandad, ubicada en la calle Tarancón.
Nuestra Hermandad continúa escribiendo día a día en las páginas de Dos Hermanas y de sus Cofradías. En el presente 2019 nos encontramos inmersos en la celebración de nuestro 475º Aniversario, en el que queremos contar con todos los nazarenos y nazarenas para que formen parte de uno de los más importantes capítulos de nuestra historia.
Paz y Bien.